lunes, 17 de junio de 2013

La piedra filosofal de Luis llarens se llama: " A S O M B R O "

En una buhardilla ubicada geográficamente por calle San Juan, frente a un claustro de conocimientos llamada escuela Normal transita por la vida entre cuerdas de colores y pinceles que dibujan letras, un artista egresado de la universidad de la vida  Luis Llarens, evocó parte de su ajetreada  vida a Arandú, teniendo como piedra filosofal a una vida plena: El Asombro. El fluido que transitaba sus arterias y venas evidentemente no era sangre, sino un elixir o sea la cura a la apatía de una sociedad conservadora, he aquí que el teatro, la pintura, la prosa y la música, comienzan a ser los duendes siesteros los que guían la vida de un Luis ávido de experiencias sensoriales de sentidos ocultos por el ostracismo de una sociedad enredada en la maraña del SISTEMA.
Su primer vinculo co la música tal vez fue en el Salón Monumental donde también se hacían noches de pugilato este lugar que se encontraba en la convergencia de dos arterias muy conocidas como Avenida España y Junín, debió ser una avalancha de sentimientos para el joven Luis una mezcla de notas musicales en colores con letras dibujadas por el sol en escenarios teatrales, era el inicio de la aventura de vivir y de convivir con ese magma interno presto a salir a ser compartido por un mundo famélico de alimentos espirituales.
La eternidad de la juventud se fue desmistizando con la llegada de los años, que dieron un balance interior tal vez no buscado pero sí alcanzado con un hito: los hijos, llenando páginas de vida y siendo maestro y alumno en ese crecer cotidiano junto a ellos, pero la excelencia de la enseñanza se encuentra en los PROBLEMAS, cuando más rápidos son resueltos más apto para el próximo escollo.
Este Luis de carne y hueso con un camino aprendido tal vez en ese paso: " del gusano a la estrella" dicho por él, y sigue en una drogadicción enfermiza con el pincel y las telas ya que su ultima creación la llamó: " Ritual con mandala amarillo" ya que su niño interior lo sigue proveyendo de asombros como aquellos del Salón Monumental










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